Escuchaba a los pájaros que pasaban volando, observaba a las delicadas mariposas y veía a los árboles con sus flores y sus frutos.
Aquel día estaba ya cansado y se sentó a la sombra de un árbol a esperar a que su esposa le trajera el almuerzo. De pronto oyó un extraño ruido.
Miró a la derecha y no vio nada, miró a la izquierda y no vio nada, pegó la oreja al suelo y no oyó nada, miró al cielo y de repente vio un enorme elefante ¡con alas!
Kumar, que así se llamaba el granjero, se asustó mucho y se escondió detrás de un árbol observando al elefante. Este con su trompa agarraba una naranja y se la comía, agarraba una manzana y se la comía, una banana y se la comía. El elefante parecía amigable y Kumar salió de su escondite, se acercó a él y comenzó a acariciarlo notando que era suave y agradable.
Aferró al elefante por la cola y de pronto este movió las alas y se elevó por los aires.
Kumar desde el cielo veía como su huerta se alejaba y todo se hacía muy pequeño mientras él seguía agarrado a la cola del elefante. Se dio cuenta de que más arriba en el cielo se veía otro mundo que no conocía. El elefante llegó volando a aquel mundo y empezó a descender.
Kumar veía los arboles de aquel mundo, sus troncos eran de oro, las ramas de plata, y las frutas de rubíes... Todo era reluciente.
El elefante aterrizó en un mercado. En aquel lugar todo era enorme. Las naranjas eran así de grandes; también había diamantes enormes, collares de perlas tan largos como de aquí allí, rubíes como puños y esmeraldas que ni te cuento.
Kumar se fijó en un puesto de nueces, ¡a él le encantaban las nueces! y estas eran de un tamaño inmenso.
-¿Cuánto vale medio kilo?- preguntó
-15 - le respondieron.
- No puedo llevarme un kilo; ¿cuánto vale una sola?
Kumar se agarró de su cola y volaron hasta aterrizar de nuevo en la quinta del granjero.
Su mujer llegó enseguida con la comida, y le dijo:
- ¿dónde has estado Kumar?
Y él le contó la historia y le mostró la nuez,
-pero esto es una roca- dijo ella
-No, pruébala, es mi nuez preferida.
Ella la probó y en efecto estaba deliciosa.
- ¿Y qué más había en ese mundo del cielo donde me cuentas que has estado?
- Bueno…diamantes, esmeraldas, rubíes, perlas, …
- ¡y tú traes una nuez! Mañana quiero ir yo personalmente a ese mundo del cielo para traer lo que desee.
- Está bien mujer, pero no se lo cuentes a nadie.
- Treinta collares de perlas, veinte esmeraldas, diez diamantes… Y como no se le ocurría nada más fue a buscar a su vecina.
- Toc, toc… ¿hay alguien?
- pasa, pasa… dijo la vecina.
- Pues mira lo que le ha pasado a mi marido - y le contó del viaje de Kumar, el elefante…
Al rato:
- Muy bien, mañana a las once en la huerta de mi marido, pero no se lo cuentes a nadie.
- toc, toc… ¿hay alguien?
- Pasa, pasa… dijo la amiga de la vecina.
Y le contó la historia del otro mundo y el elefante volador,…
Al rato:
- Mañana a las once en la huerta de Kumar, pero no se lo digas a nadie.
Y la amiga de la vecina de la mujer de Kumar se lo contó a su mejor amiga, y esta a su vecina…
Al día siguiente cuando el elefante aterrizó en la huerta Kumar se agarró de su cola, y aparecieron un montón de amigas y vecinos que se agarraron y subieron por los aires. M
ientras iban volando, el último de la fila preguntó:
-¿Cómo eran de grandes los diamantes en ese planeta?
La pregunta fue pasando de uno en uno hasta llegar a Kumar, y éste respondió:
- Eso no tiene importancia.
La respuesta fue pasando de uno en uno hasta el final de la fila. Pero el último dijo:
- Yo si quiero saber!! ¿cómo son de grandes los diamantes?
Cuando la pregunta llegó de nuevo hasta Kumar, éste refunfuñando dijo:
- Bueno está bien, los diamantes son... ¡Así de grandes!
Kumar abrió los brazos, soltó la cola del elefante y…
¡todos volaron por los aires!
Fuente: "33 cuentos sufis"