25 de marzo de 2010

Cuento: "La serpiente y el hombre sabio"

Había una serpiente negra que vivía en la India, a las afueras de una pequeña aldea. Aunque su picadura no era podía hacer que un hombre enferme durante semanas. Ya había picado a varias personas. Era una serpiente rápida y viciosa que atormentaba contínuamente a la aldea.

Cierto día de primavera, pasó poir aquella aldea un hombre sabio que realizaba su pregrinación anual. Los aldeanos, adultos y niños se amontonaron alrededor de él para recibir su bendición. Un campesino lo siguió y antes de que el anciano terminara de poner su mano sobre la última cabeza, se paró delante de él:


-No pido una bendición para mí-dijo el campesino-sino para la aldea entera. Si usted pudiera liberarnos de la serpiente que nos atormenta, entonces nos bendecería tanto con palabras como con hechos.


El hombre sabio pidió ser conducido al agujero de la serpiente. Ésta se hallaba afuera, enrollada, formando un círculo. El sol brillaba en su lomo suave, cubierto de rayas verdes y amarillas a lo largo de su cuerpo resplandeciente.


-Serpiente -murmuró el hombre sabio- He venido a hablar contigo.
La serpiente levantó su cabeza y miró fijamente al hombre sabio con sus ojos penetrantes.

-Serpiente-entonó suavemente el hombre sabio- debes dar marcha atrás al camino errado que ahs estado transitando. La vida es corta. Si sigues así, quién sabe cuántas largas vidas tendrás que recorer para estar en armonía con ella- y comenzó a cosquillearle el lomo. La serpiente bajó la cabeza y cerró los ojos.

-Serpiente -insistió el hombre sabio- deben seguir un camino de paz, deben vivir en armonía con todas las cosas vivas.


Entonces la serpiente silbó amenazante. Pero el sabio continuó entonando un suave susurro, sin detenerse, mientrasle acariciaba levemente. La serpiente se fue desenroscando con lentitud y,suavemente, comenzó a mecerse al ritmo de los sonidos apacibles que hacía aquel sabio. El hombre eligió, con cuidado, todas las palabras, hasta que la serpiente quedó arapada en ellas por completo.


Así trasncurió el día. Cuando llegó el atardecer, el sabio aún continuaba hablándole a la serpiente. Finalmente dijo:


-Serpiente, ahora debes partir, perote propongo que hagamos un pacto antes de separarnos. Durante un año entero no le harás ningún mal a los aldeanos. Pasado ese tiempo regresaré y seguiremops hablando.


Un año pasó, el hombre sabio regresó a la aldea y, tal como lo había prometido se asomó otra vez al agujero de la serpiente. Esperó un largo rato, hasta que la serpiente emergió, lenta y dolorosamente. Aquel cuerpo, que una vez estuvo relajado y flexible, ahora estaba rígido, demacrado, cubierto de costras gruesas y de grandes heridas que todavia sangraban.


-¡Serpiente, querida serpiente! ¿Quién te ha hecho esto?-gritó el sabio.

Sin amargura, la serpiente comenzó su relato:

-Una vez que los aldeanos se enteraron de mi transformación, comenzaron a atormentarme. Al principio me lanzaban piedras y palitos desde lejos. Más tarde, y viendo que yo no reaccionaba, fueron volviéndose cada vez más audaces. He mantenido la promea que te hice, y el resultado es que ni siquiera puedo dormir al sol sin que alguien me pinche, me patee o me golpee. Me equivoqué al escucharte. ¡Eres tú el culpable de mi miseria!


El sabio cosquilleó suavemente el delgado lomo de la serpiente.


-¡Oh! ¡Pobre serepiente! -dijo el hombre- ¡Debo admitirlo! tu tormento es culpa mía porque no me expresé correctamente. Yo quería que dejaras de picar a los aldeanos. ¡Nunca pensé en pedirte que dejaras de amenazarlos con los silbidos!
 
Fuerte: 33 cuentos sufis. Ed. De la tradición