14 de febrero de 2011

EL HECHIZO DEL PUMA

Cuento ranquel enviado por Héctor Ossola.
El puma siempre había tenido un carácter alegre y risueño. Vivía en el monte y, aunque los animalitos le tenían un gran respeto y hasta miedo por su presencia, formaba un lindo grupo con su hijita la pumita. 
Un día pasó por ahí una Machi* y al ver lo querido que era este gran gato tuvo celos y le hizo un hechizo que lo dejo paralizado y lo convirtió de la noche a la mañana en un personaje agrio y malhumorado.
Lo otros animales del monte al principio estaban contentos y no le dieron mucha importancia al cambio, porque sea como sea siempre es bueno no tener miedo ¿no? 
La pumita lloraba y estaba muy triste y eso empezó a preocupar a todos… 
Un sapo que andaba por ahí recordó que en esa época del año vendría de visita otra machi muy agradable y simpática y todos decidieron esperarla y contarle lo que pasaba a ver si ella tenía algún gualicho o medicina o sugerencia que curara al puma. 
La esperaron ansiosamente y en cuanto llegó todos los animales se reunieron en un claro del monte y fueron relatando a la buena Machi lo que había sucedido y sus miedos y preocupaciones.
La Machi miró a la pequeña pumita y acariciándole suavemente una oreja tonó del suelo una pluma  y levantándola en el aire dijo a los ansiosos animales:

- Con esta pluma curarán al puma... se las dejo para que aquél que sepa usarla encuentre la forma de resolver la parálisis que aqueja al gran gato.
Dicho esto se esfumó entre los árboles.

Todos se miraron entre sí, confundidos y sin saber qué hacer. 
La lechuza chistó fuerte logrando el silencio y la atención necesaria y propuso que fueran probando, aquéllos que estuvieran dispuestos, y vieran qué uso darle a esa herramienta para sacar al puma de su apuro.
Todos miraron atentamente a la pluma. La estudiaron, la observaron y discutieron distintos métodos para su uso. Y el puma seguía paralizado. Y pasaba el tiempo…
En un momento llegaron tres pequeños ratoncitos y entre saltitos y chillidos aseguraron que ellos sabían qué hacer y cómo curar al puma. Los animales, incluidos el sapo y la lechuza, se burlaron y protestaron desconfiados. Pero viendo la seguridad que ellos manifestaban, decidieron darle una oportunidad. La pumita lloraba mucho y muy fuerte y había una urgencia por resolver esto.
Ahí fueron entonces los tres ratoncitos: el primero tomo una olla y la lleno de dulces de todo tipo, preparando una golosina capaz de endulzar al más amargo de los seres. Lo revolvió concienzudamente con la pluma e intentó darle a probar al puma. Pero éste escupió el dulce con un gran resoplido…
El segundo tomó la pluma, la mojó en una preparación que había hecho con varias frutas y bayas y en una corteza de árbol escribió los más deliciosos poemas y se los fue leyendo con suavidad al puma y éste se durmió con un áspero ronquido.
Entonces el tercer ratoncito, el más pequeño, el que solamente había ayudado a su madre en las tareas del hogar, que sólo sabía jugar, tomó la pluma, la miró de un lado y del otro, la limpió bien ¡con toda velocidad le hizo cosquillas al puma en el hocico!

¡Y el puma soltó una enorme carcajada y todos rieron con él y volvió la alegría el monte y la pumita no paró de cantar!  


*Machi: En la cultura mapuche, curandero de oficio, especialmente cuando es mujer.